jueves, octubre 06, 2005

¿Agravio?

Cabal Peniche y Salinas de Gortari son responsables del asesinato lento y cruel de millones de personas, gracias a sus corruptelas. Echerverría y una cúpula de militares son responsables materiales e intelectuales de diferentes masacres. En cualquier caso, todos se valieron de argucias legales para seguir sueltos y tan tranquilos. Un pretendido poeta (al cual no puedo juzgar imparcialmente, dado que desconozco su obra) cometió el imperdonable delito de decir algunas linduras sobre la bandera, y se le ha negado un amparo. ¿Soy yo, o algo suena terriblemente injusto en este panorama?
Los versos que provocaron la ira de los jueces autoproclamados adalides del patriotismo, dicen algo más o menos así: "Sólo tres colores y un águila, nacionalismo que da asco". Ignoro el contexto, pues Televisa y TV Azteca, con su imparcialidad y agudeza críticas, hicieron el favor de no leer el poema completo. (Después de todo, no le vamos a dar promoción a alguien que agravia a nuestra sacro santa bandera, supongo que argumentarán). Como decía, no puedo convertirme en defensor del mencionado poeta: ignoro las circunstancias, y sin duda, la falta existe (está tipificada en la ley de símbolos patrios, creo), pero por un lado, pienso que el castigo es desproporcionado. No se ha girado sentencia, hasta donde sé, pero lo que si es seguro es que al cuate este lo quieren entambar. Preso por decir lo que siente, como en medievales tiempos. Lo que sí hay que admirarle al tipo, es que no se ha desdicho de sus palabras, algo muy importante, pues indica que está convencido de lo que dice. Eso si, las televisoras y la asamblea, con ese patriotismo que los caracteriza, han juzgado y negado un legítimo recurso al infortunado vate.
Espero que no se me malinterprete. No me pienso erigir en defensor de la libertad de expresión, pues pienso que un poco de censura es incluso necesaria, así como también debe reconocerse que la mencionada libertad es un arma de dos filos: siempre es preferible que la oposición, la gente y los periodistas hablen y se quejen lo que quieran, a dejarlos hacer. Si hay libertad de expresión, la tensión halla un desahogo sin consecuencias, y el gobierno queda bien parado como garante de las libertades del pueblo. Por otro lado, debo confesar que si bien reconozco que he echado raíces en este país, y que reconozco el valor de muchas de sus personas, lo cierto es que no me siento representado ni por el gobierno, ni por los símblos patrios. Y no se me puede acusar de ello, en realidad no se puede acusar de ello a nadie, cuando por un lado, los maestros nos dicen quelos debemos respetar, mientras ellos se dejan sobornar por sus alumnos, o emplazan a huelga en pos de sus respectivos "huesos". Uno como alumno, no puede hallar sino incongruencia en esas actitudes.
Y los medios, tan indignados con esta situación, son los primeros que agravian con sus acciones al país y a su gente, intoxicándolo con programación de mal gusto, sesiblerías tales como las telenovelas o el teletón, pero que rasgan sus vestiduras si alguien habla mal de sus símbolos patrios, símbolos que ellos tienen por encima de las acciones y los hechos concretos de sus acciones.
Bueno, ahí queda el asunto del innombrable agravio a nuestros símbolos patrios. Cada quien lo interprete como desee, pero espero que a este pobre hombre le vaya bien. Lástima de país, digo. Lástima.