jueves, junio 23, 2005

Sentándome a comer con el Diablo

"Se trata de una cuestión filosófica muy simple" me dijo este fin de semana, cuando entrábamos en una plática metafísica respecto a las religiones.
"Toda religión tiene puntos buenos y malos, pero en general, TODAS tienen en común una virtud y un defecto. Si te hace crecer como persona, te enseña a vivirla y a conocer la divinidad (llámese esta Buda, Cristo, Krishna o Raúl Velasco), entonces aprovéchalo. Esta es una cosa positiva que, en esencia, toda religión conlleva implícita"
El Malo dio un sorbo a su vaso de refresco antes de proseguir.
"Sin embargo, si bien es cierto que toda religión habla de humildad, también lo es que todas caen en contradicción: no existe una sola que reconozca que no pueden contener por si mismas la verdad absoluta. Pregúntale al católico qué opina del protestante o del budista, y en el mejor de los casos te dirá: "lo respeto, pero su creencia está equivocada". Lo mismo ocurrirá si ese protestante, ese budista, o incluso un ateo fuesen cuestionados del mismo modo. Es aquí donde viene a cuento el principio filosófico que te decía, pues una parte nunca puede contener al todo. Es así de simple".
"Desde luego, estoy hablando de la religión como institución humana, y por lo tanto, falible. Individualmente, tanto el ministro como el creyente bien pueden tener opiniones verdaderamente acordes con ese principio de humildad que mencionaba hace unos momentos. No se trata pues, de dictar un juicio lapidario y definitivo sobre las instituciones religiosas, mucho menos contra quienes como personas les seiguen; simplemente se señala una tendencia general y propia de la naturaleza de las instituciones"
"Pero, ¿Es entonces bueno o malo tener una religión? Y si esto es así, ¿Cómo saber si está en lo correcto, o si sus ministros actúan de buena fe?" pregunté. El Príncipe de la Potestad del Aire soltó una sonora carcajada. "¿Es que no has puesto atención a lo que he dicho? Tener una religión no es bueno o malo: creo que simplemente es parte de la naturaleza humana, e incluso el ateo profesa la suya, en tanto que ocuparse de la existencia o no existencia de Dios implica la religión, se quiera o no.En cuanto a tu otra pregunta, ¿Tiene acaso importancia si los ministros son buenos o malos, en cuanto tú tengas el corazón sincero, y la capacidad de analizar si los actos de un hombre corresponden a su doctrina? Querido mío: anliza las cosas por separado, nunca juzgues a alguien por lo que diga con su boca, sino por lo que diga con sus acciones. ¿Quieres un ejemplo? Helo aquí: el budismo es una doctrina cuyos principios son sanos y buenos en general, pero que desafortunadamente se han tergiversado por los hombres al paso de los años. ¿No me crees? Entonces seré yo el que te haga ahora una pregunta: ¿Qué seriedad se le puede conceder a un ministro que predica la renunciación a todo lo material, pero que organiza un tour mundial -con venta de boletos por vía teléfonica incluida- como lo haría una estrella de rock? ¿Es ese un ministro congruente con sus prédicas? ¡Ni siquiera el sucesor de Pedro tuvo el descaro de vender boletos para los eventos masivos puramente comerciales a los que convocaba!"
Las palabras del Siniestro me llevaron a reflexionar, y tenía que preguntarle más cosas.
"¿Qué hay con los libros sagrados?"
"En relación a esto, te hablaré del que mejor conozco: la biblia. Por lo pronto te diré que a este se le pueden dar -por lo menos- tres diferentes interpretaciones: la religiosa, la moral, la literaria y la esotérica. Pero es también un libro difícil, pues debes de pensar que, al pasar de los años, se ha venido contaminando: primero, por las traducciones que se hicieron -por lo menos- desde la época antigua, que desconocía la clave para darle una lectura esotérica -que según algunas corrientes del pensamiento, es su finalidad verdadera-; después, la transcripción latina, que se utilizó en la Edad Media hasta la publicación de la Biblia Vulgata, -una contaminación más-, que fue difuminando el sentido original de la misma. La Biblia que leemos hoy en día, si bien contiene pasajes de filosofía moral, una bellísima lectura desde el punto de vista literario, guía espiritual para tres religiones, y muchas cosas más, no es ya la misma que se redactó originalmente, y no cualquiera puede interpretarla a la ligera: se necesitan conocimientos filosóficos más o menos profundos para poderle dar una lectura religiosa adecuada, por no hablar de la "clave" perdida para su lectura esotérica".
Tales fueron los puntos de vista que Mephisto me dio, poco antes de levantarnos de la mesa, y pasar a otras cosas.