martes, abril 25, 2006

Las alianzas

Con mucho agrado he recibido en la horas pasadas una invitación de "un bicho raro" a participar de su blog, cambiando los rumbos de personalisimo a colectivo, dejando lo primero para su otro blog. (puchele aquí para conocerlo) Y considero una buena manera de comenzar mi colaboración demostrando mi poca imaginación al transcribir un viejo texto de autor desconocido, pero que significa mucho para mi. (el texto, no el autor desconocido). Salud.

Reglas de Caballería para una Buena Alianza.


• Un compañero debe defender, solo cuando el honor del defendido no caiga ante su arrojo. Solo debe intervenir cuando su partenaire no pueda ya luchar. Mientras este se mantenga atacando, de ningún modo deberá interponerse.
• Un compañero debe criticar, rudamente si es necesario; pero JAMAS ante oídos ajenos.
• Debe aprenderse el sutil arte del silencio, y el mas aun sutil arte de la palabra sin mascaras que oculten su vergüenza. Aun así, jamás deberá uno rebajarse en acciones ante su compañero, a riesgo de perder la confianza o el respeto ganados.
• La burla es para los bufones o los menos agraciados. Que nunca una sonrisa sarcástica cruce tu rostro ante la debilidad de tu compañero, pues entonces, considero muy juicioso, un guantazo a la cara, y un reto.
• Las Trinidades nunca fueron buenas. …Siempre, a la larga, sobrará un brazo en ese cuerpo.
• La competencia honorable es excelente ejercicio, pues mantiene el constante interés por superarse (no al adversario, tanto como a uno mismo, pues la caballerosidad reside en mostrar los puntos flacos del oponente sin llegar a herirle), pero, pobre de los aliados que lleven al terreno de la superación al otro, este juego.
• La discusión constante, aun de duras palabras y alto volumen, fortalece la opinión propia, tanto como la conjunta, pues no puede haber discusión lógica sin puntos intermedios a ambos bandos. Quien se niegue a una estimulante discusión con su compañero, que de por perdida cualquier campaña de conquista.
• Debe seguirse a un camarada aun cuando se tenga la certeza de marchar a la derrota. No hay dolor más hondo, que encontrarse abandonado en el campo de batalla, junto al fracaso.
• Un camarada jamás hollará lo que el otro considere Tierra Sagrada. El ajeno Santuario debe respetarse a rajatabla, aun cuando el otro aliente a penetrarlo. La negación puede herir, pero la profanación, desmorona inmediatamente cualquier buena alianza. Si tal vez hubiere sucedido que uno de los compañeros tuviera que penetrar el Santuario a rescatar al otro, y aun mas, permanecer en el por tiempo largo, para protegerlo, ¡Ay! Que nunca olvide el intruso la deferencia que corresponde, pues en tierra ajena, deberá postrarse ante el anillo de su condiscípulo, con la misma humildad con que besa el de los Dioses propios.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Interesante, pintoresco y sufrido... pero algo falto...

2:19 a.m.  

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